14/11/12

SALIR A FLOTE




Cada día que pasa caemos en la cuenta de que, como nacionalistas católicos, somos unas migajas de un pasado próspero en militancia y de un presente desconcertante. Hace unos años que el nacionalismo bien entendido perdió lugares y espacios en la escena política de nuestra patria. No es un análisis malintencionado, sino simplemente una crítica constructiva que ayudará a nuevas generaciones de jóvenes interesados por su patria a “remar” este pesado submarino para que salga a flote. Está claro que en toda crisis se crece, quizá el nacionalismo católico llego a lo más profundo de ese pozo para crecer, para resurgir para salir a flote; pero está claro que ese resurgimiento lo lograrán las nuevas generaciones, los jóvenes a quienes debemos educar y enseñar esos valores que sabemos que son valiosos en este sentido.
¿Buscar culpables de este desastre? ¿Nombres, tal vez? ¿Quién fue? ¿Quiénes negociaron la patria? Buscar culpables ya no tiene sentido, quedarse en un pasado maravilloso no sirve… ¿Qué se hace? Con toda lucidez debemos darnos cuenta en dónde estamos parados, quiénes somos, cuántos somos, cuántos quedamos. Esta lucidez nos dará luz para afrontar el futuro que nos tocara vivir y salir de una ceguera profunda que no nos permite saber concretamente qué hacer como nacionalistas católicos en esta parte de la historia que nos toca vivir. Los tiempos cambiaron y el vino nuevo se pone en odres nuevos, sino se revientan, estas palabras de la parábola evangélica saca a luz que si los tiempos cambiaron, hay métodos y formas que también cambiaron, no se puede pensar la patria como hace varios años atrás. Los jóvenes vienen con otras ideas, sean buenas o malas pero con otras ideas; entonces se tiene que cambiar la metodología y la pedagogía de enseñarles doctrinas santas y llenas de sabiduría, pasarles la experiencia pero en su lenguaje.
En el presente, dentro de estas realidades que nos toca vivir, a menudo vemos a las distintas agrupaciones nacionalistas, la paupérrima cantidad de militantes que forman sus filas. Y no es cuestionamiento prejuicioso, sino una mirad autocrítica sobre las formas con las que estas mismas agrupaciones intentan atraer a una masa de jóvenes sin pastor, deseosos de luchar por DIOS Y LA PATRIA. Es un trabajo arduo y lento que debemos comprometernos a llevar a cabo. Si verdaderamente sentimos en el corazón a Dios y a la patria, debemos saber que todo lo que tenemos para decir o hacer no tiene que morir en nosotros, sino buscar con todas nuestras fuerzas e inteligencia la forma para que las nuevas generaciones conozcan esta verdad.
Si queremos restaurar la patria, debemos dejar el orgullo y los rencores de lado, y darle lugar a los que vienen. Pero no dejarlos a la deriva con las manos vacías, sino dejarle las buenas armas para el buen combate del cristiano. Es duro decir esto, pero EL NACIONALISMO ES NADA DENTRO DE LA ESCENA POLÍTICA DE NUESTRA PATRIA. La atomización de la militancia logró que los golpes que se le dan a este sistema sean débiles y sin profundidad; cada agrupación individualmente con todo el esfuerzo tiene una militancia, que es digna de respetar y valorar, pero con poca llegada. El paso a seguir no es quedarse en esta monotonía de lucha; es buscar todos los medios necesarios para que el nacionalista católico no sea una hormiga luchando contra un elefante, sino un león, dentro de esta selva democrática.
Claudio Braca

No hay comentarios:

Publicar un comentario