31/5/13

LAS FALACIAS DE LOS DEFENSORES DEL ABERROMONIO

Marcha Pro Familia en Buenos Aires - 13 de Julio de 2010
El actual repudio masivo de los franceses al matrimonio homosexual nos remonta al año 2010, momento en el cual se aprobaba en nuestro país la inmunda "ley".

Si bien en Argentina la resistencia se apagó una vez sancionada la pseudo ley, ello no significa que la misma no haya existido. Recordemos, por ejemplo, la multitudinaria marcha del 13 de julio de 2010, o la férrea oposición del actual Papa Francisco, plasmada en la carta dirigida a las Monjas Carmelitas (VER), o la actitud de los valientes expositores pro familia durante las jornadas de debate en el Congreso de la Nación.

Entre estos últimos se destacó nuestro camarada Sergio Ciotti, quien en ese entonces realizó un arduo estudio sobre las argumentaciones de los partidarios del "matrimonio sodomita", rebatiéndolas una por una. La seriedad de dicho trabajo, se vio reflejada en la amplia difusión que tuvo, llegando a ser publicado por las agencias de noticias católicas AICA y ACIPRENSA y por varios portales de internet, entre ellos NOTIVIDA.

En estos tiempos en que se vuelve a respirar un aire de esperanza, vale releer la exposición realizada por nuestro camarada, con la confianza de que no está dicha la última palabra sobre la cuestión.

LA ANULACIÓN DEL ABERROMONIO DEPENDE DE NOSOTROS ... DE NUESTRA LUCHA POR RESTABLECER LA RESISTENCIA.

Para leer la exposición de Sergio Ciotti presione en:

Estimados representantes:

Cada vez que escuchamos a políticos, activistas gay, periodistas o cualquier particular hablar a favor de la legalización de las bodas homosexuales, se esgrimen argumentos básicamente relacionados con la igualdad de derechos y la no discriminación. Por ejemplo, el colectivo gay está haciendo su campaña bajo el lema: ‘los mismos derechos, con los mismos nombres’. El presidente del INADI, Claudio Morgado, ha expresado que la no legalización del matrimonio homosexual resultaría ser un hecho discriminatorio, ya que viola algunos derechos civiles.

Prácticamente se ha abandonado la discusión sobre los aspectos psicológicos de la homosexualidad. Es decir, ya no se debate sobre si la homosexualidad es una sexualidad completamente equiparable a la heterosexualidad. En otras palabras, el debate se ha centrado en el Derecho Civil, en la igualdad de oportunidades y en las libertades individuales.

Cuando por unos instantes nos detenemos a analizar y racionalizar estos argumentos, no podemos evitar caer en algunos cuestionamientos sobre su veracidad, que ponen en jaque la lógica y la racionalidad.

Valoración del argumento de la homofobia 

Lo importante a tener en cuenta es que cuando entramos en la evaluación de estos argumentos, no estamos haciendo un juicio de valor sobre la homosexualidad ni tampoco sobre las personas homosexuales. Tomar partido en un sentido u otro sobre el matrimonio homosexual es hacerlo sobre una idea, sobre un hecho o situación, pero no sobre las personas de una orientación sexual determinada.

Por lo tanto aquí no tiene validez el término “homofobia”. Por otro lado la palabra “homofobia” es un término anticientífico que no está presente en los manuales de psicología o psiquiatría. En realidad es un término mediático utilizado abusivamente por algunos para la estigmatización de personas que se oponen a la legalización de las bodas homosexuales.

De este modo no resulta contradictorio que una persona pueda amar y respetar a los homosexuales como a cualquier otra persona, pero no estar de acuerdo con la legalización de las bodas gay. Una cosa no quita a la otra. Una cosa es rechazar un hecho, una conducta, un hábito y otra cosa muy distinta es rechazar a un ser humano. 

Por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires, se ha sancionado una ley que prohíbe fumar en espacios cerrados. Aquí está claro que no hay una fobia u odio a los fumadores, sino un simple rechazo a su hábito.

Valoración del argumento de la desigualdad de derechos

Cuando analizamos el argumento de “igualdad de derechos para todos” debe de antemano existir una situación de desigualdad, de lo contrario esto sería falso. La supuesta desigualdad planteada aquí es la imposibilidad de contraer matrimonio con quien uno ama. Si tomamos a esta premisa como verdadera, se deduce que el amor es el requisito fundamental para contraer matrimonio. Entonces la simple lógica nos indica que el matrimonio debe extenderse a todas las uniones donde esté presente el amor.

Por ejemplo, es bastante común encontrar primos enamorados, un adolescente menor de edad enamorado de una mujer mayor, grupos de más de dos personas (polígamos), un hombre que ama a una mujer que ya está casada, etc.

El amor también está presente en aquellas parejas que no son sexuales. Todos conocemos algún caso de dos ancianos conviviendo juntos o dos amigos. Conocemos familias de tío y sobrino, de abuela y nieto y así muchas otras que tienen como común denominador el amor y la responsabilidad en la convivencia. Numéricamente, todas estas situaciones son muchísimo más usuales que las parejas de homosexuales.

Por tanto, si tomamos como verdadero el argumento de ‘tengo derecho a casarme con quien yo amo o con quien yo elijo compartir mi vida’, deberíamos extender la institución del matrimonio para todas y absolutamente todas las relaciones de convivencia donde exista el componente del amor. De lo contrario, si sólo lo hacemos con las parejas de homosexuales, estaríamos haciendo uso de la discriminación injusta, ya que consideraríamos que su forma de amar es mejor frente a otras.

A su vez, si el matrimonio fuese una institución legal que debe adaptarse a la orientación sexual de cada individuo, deberían tenerse en cuenta todas las orientaciones sexuales existentes, sin importar cuán bien toleradas son socialmente. Por ejemplo, asumiendo como correcto este argumento, la prohibición de que un bisexual pueda casarse con una persona de igual y con otra de distinto sexo al mismo tiempo, es discriminatorio, ya que no se está respetando la orientación del bisexual y no tiene derecho a desarrollar su vida en el marco de una figura legal que le permita su plena expresión.

Es así que el sentido común y la simple lógica nos permite teorizar que ni el amor ni la orientación sexual son fundamento del matrimonio. 

Frecuentemente escuchamos expresiones del tipo: ‘tengo amigos homosexuales y son muy buenas personas’, ‘las parejas de homosexuales son una realidad’. Pero tampoco el matrimonio está dirigido hacia buenas o malas personas o a individuos con una orientación sexual dada, como tampoco a formas de convivencia que ‘son una realidad’, sino que lo está a dos personas de distinto sexo y nada más.

¿Son tantos como se dice? 

El hecho de que sean una realidad, de que existan parejas de homosexuales no significa que sean miles y miles como a veces se escucha. Por citar algunos ejemplos, en los Estados Unidos las parejas homosexuales constituyen, aproximadamente, el 0,2% del número de matrimonios. En Suecia, entre los años 1993 y 2001 la tasa de incidencia fue del 0,67%. En Noruega, entre los años 1993 y 2001 se registró una tasa de incidencia del 0,54%. En España, según el censo del Instituto Nacional de Estadística, representan el 0,11% de todas las uniones(1)

En la Ciudad de Buenos Aires, en el año 2007, hubo tan solo poco más de sesenta uniones civiles homosexuales (2)

Si tomamos como cierto el argumento de que los países más civilizados tienen aprobado el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, entonces estamos obligados a considerar que el 97% del planeta Tierra es arcaico, retrógrado y homofóbico, ya que solo muy pocos países y Estados han sancionado esta ley. Por el contrario ni los Estados Unidos, ni Francia, ni Suiza, ni Italia, ni Lituania, ni Escocia, ni Australia por citar tan sólo unos ejemplos, tienen legalizado el matrimonio entre homosexuales.

Por el contrario, en Estados Unidos, cada vez que se somete el debate a consulta popular, los votantes eligen no respaldar el matrimonio homosexual. Esto ha sucedido en Maine, Colorado, Wisconsin, Virginia, Dakota del Sur, Idaho, Tenesse, Carolina del Sur y en California, mientras que en los estados de Nueva York, Hawaii y Nueva Jersey no se lograron los votos parlamentarios necesarios para su aprobación (3)

Valoración del argumento de la privación de derechos

Otro argumento utilizado a menudo es que a los homosexuales les ‘faltan derechos’, como por ejemplo el de contraer matrimonio. Sin embargo, hasta el día de la fecha, los únicos derechos de los que carecen son el de donar sangre y el de formar parte de las Fuerzas Armadas. Luego, ya gozan de los demás derechos: educación, salud, trabajo, acceso a puestos políticos y cargos públicos, por citar algunos ejemplos. Incluso pueden contraer matrimonio en las mismas condiciones en las que un heterosexual puede hacerlo.

Cabe aquí una aclaración obvia: la prohibición de que dos personas de igual sexo puedan contraer matrimonio rige tanto para los homosexuales como para los heterosexuales. Supongamos que dos amigos viudos heterosexuales de igual sexo desean convivir juntos y compartir sus bienes, sus obras sociales y sus jubilaciones de modo recíproco y para ello deciden recurrir al matrimonio. Evidentemente no podrán hacerlo, simplemente porque son dos personas de igual sexo. De aquí se deduce que el matrimonio no está dirigido a homosexuales o a heterosexuales, sino a dos personas de distinto sexo.

En un debate televisivo un jurista especialista en el tema argumentó que una de las diferencias principales entre una pareja de heterosexuales y otra de homosexuales es que la primera tiene la posibilidad de procrear, mientras que la segunda no. A esto un activista gay contestó ‘entonces habría que prohibir que una pareja de heterosexuales estériles contraigan matrimonio’. Sin embargo, este argumento vuelve a ser falso y hasta incluso vergonzante. Primero porque una pareja de heterosexuales estéril puede por medio de la adopción brindar completamente la figura de padre y madre funcional, lo cual una pareja de homosexuales jamás podrá cumplir. En segundo lugar dos gays podrán ser dos excelentes padres, pero nunca una buena madre. Tercero es lamentable que tengan que recurrir a compararse con una pareja de heterosexuales estériles, siendo la esterilidad un hecho trágico y tan doloroso para quien lo sufre.

Otras veces he escuchado que prohibir el matrimonio entre homosexuales es equiparable a hacerlo entre dos personas de distinta raza (matrimonio interracial). Evidentemente es discriminar injustamente no permitir que dos personas de distinto sexo contraigan matrimonio por ser de distinta nacionalidad o color de piel, ya que éstas son condiciones que pertenecen a la naturaleza intrínseca de la persona, son condiciones innatas, inmutables, no adquiridas. Del mismo modo sería injusto no permitir que un hombre de baja estatura pueda casarse con una mujer alta. Pero nótese que estos ejemplos siempre involucran a un hombre y a una mujer con condiciones innatas e inmodificables. El matrimonio entre dos personas de igual sexo no tiene nada que ver con esto. Por un lado porque cuando expresamos ‘matrimonio interracial’ sin aclararlo, estamos haciendo referencia al contraído por un hombre y una mujer de distinta nacionalidad y, por otro lado, porque la homosexualidad no es una condición ni innata ni inmodificable. El gen gay no existe, ni tampoco la ciencia ha logrado aislarlo como en el caso del color de piel o de la estatura.

Falacia de la orientación sexual

Tampoco la orientación sexual puede ser un derecho humano. Por un lado porque la ‘orientación sexual’ es un término no bien definido y que está causando problemas tanto en el derecho como en la práctica médica, y por otro lado porque si éste fuese un derecho humano, todas las orientaciones sexuales (sean estas toleradas o no socialmente) deberían serlo. 

Entidades indeseables

Bajo el argumento del amor y la no discriminación, se están camuflando otras realidades no tan buenas y beneficiosas para la sociedad. Para esquematizar esto, nótese que en los Estados Unidos existe desde hace más de diez años una organización llamada N.A.M.B.L.A(4), (North American Men and Boy Love Association) en castellano Asociación Norteamericana del Amor entre Niños y Hombres, la cual reclama el reconocimiento legal de sus uniones y la no discriminación por diferencia de edad. Cualquiera puede comprobar fácilmente que durante una década ha formado parte de las plataformas de la I.L.G.A. (International Lesbian and Gay Association), en español Asociación Internacional de Gays y Lesbianas y que por ello fue, en la década del noventa, expulsada como miembro consultivo de la O.N.U. (Organización de las Naciones Unidas).

Valoración de la justificación de la adopción

Otro argumento que utilizan los activistas homosexuales con el tema de la adopción de menores es que los homosexuales se desarrollan a partir de familias de heterosexuales.

Nadie niega esta afirmación, aunque de modo parcial, ya que no es que sólo se necesitan un padre y una madre como figuras estáticas, sino que es preciso que ellos sean funcionales, que cada uno ejerza su papel de padre y madre. La conducta homosexual suele desarrollarse cuando la pareja de heterosexuales no logra brindar a su hijo una figura de hombre y mujer que el niño necesita para desarrollo de su personalidad. Entonces, para que la afirmación sea verdadera, la frase debería ser “Los homosexuales se desarrollan a partir de una pareja de padres heterosexuales que fallan en ejercer sus roles de padre y madre.”

Actualmente se entiende que la homosexualidad está condicionada por factores del entorno y que no está determinada genéticamente(5). Coincidiendo con este postulado, varios estudios indican que los niños criados por parejas de homosexuales son de 4 a 10 veces más proclives a desarrollar conductas homosexuales(6), por lo cual, nuevamente, confirmamos que el entorno es un factor de elevada importancia en el desarrollo psicosexual.

En ocasiones se difunde que según algunos estudios, los niños criados por parejas de homosexuales no presentan diferencias significativas con respecto a sus contrapartes criados por heterosexuales. Pero nótese que incluso la frase ‘no presentan diferencias significativas’ nos está indicando que existe algo diferente, aunque aparentemente ‘poco significativo’ ¿Pero qué es ‘poco significativo’? Lo que para algunos puede ser trivial, para otros puede ser contundente y significativo. Esto, nuevamente parece ser una valoración subjetiva y por tanto cuestionable. Estamos frente a una frase engañosa.

Sin embargo, objetivamente, se sabe que estos estudios carecen de rigor científico porque no son longitudinales (no estudian al sujeto a lo largo del tiempo. Lo hacen con niños, los cuales por su edad no tienen definida su personalidad), son poco representativos (toman muestras muy pequeñas) y no aleatorios (las muestras son tomadas de modo selectivo, por ejemplo se estudian niños criados por el propio colectivo homosexual).

La expresión ‘los niños sólo necesitan amor’ es otro caballito de batalla de quienes defienden la adopción de menores por parte de homosexuales. Nuevamente, estamos ante otra frase incompleta. Lo correcto sería decir que ‘los niños sólo necesitan amor diferenciado de padre y madre’, ya que si tomamos como verdadera la primera expresión, estaríamos poniendo al mismo nivel al ser humano y a los animales inferiores, los cuales no necesitan amor diferenciado para su crecimiento.

“También existen niños que son adoptados por una sola persona y no tienen papá y mamá”, con estas palabras un periodista a favor de la adopción de menores por homosexuales intentaba justificar su postura. Sin embargo, otra vez caemos en una mentira, ya que ésta es una situación completamente diferente a la de niños adoptados por parejas del mismo sexo. En la adopción monoparental sólo hay una figura, paterna o materna que se adecúa a la realidad natural de ese rol como en las parejas de heterosexuales. En cambio en la homoparentalidad indefectiblemente coexisten dos figuras maternas o dos paternas, las cuales obligatoriamente avasallan la realidad natural. Pero por otro lado, y aquí está la gran diferencia, los niños adoptados por una sola persona no tendrán ni distorsionados el concepto de matrimonio ni tampoco alterado el significado biológico de un hombre como padre y una mujer como madre. En cambio, en el caso de los niños adoptados por homosexuales, obligatoriamente se les distorsiona el concepto de matrimonio, la polaridad sexual y el rol natural que representan los cónyuges de distinto sexo. 

“Pero también hay niños que carecen de papá o mamá ya que uno de sus padres fallecen y carecen de su presencia”. Nuevamente esta comparación es poco feliz e incluso agraviante, ya que se utiliza otro hecho trágico como la defunción de un progenitor para defender la homoparentalidad.

Siguiendo los argumentos esgrimidos por los propios defensores del presente proyecto de ley, la homoparentalidad se asemeja a la situación de un niño cuyo padre o madre ha fallecido y el matrimonio gay se asemeja a una pareja de heterosexuales estériles.

El mismo periodista continuó diciendo: “pero es preferible que sean adoptados por una pareja de homosexuales antes que estén en la calle”. Pero numéricamente hay una relación positiva entre la oferta de parejas de heterosexuales que desean adoptar y la demanda de niños a ser adoptados. Por tanto estamos frente a un argumento ficticio que nada tiene que ver con la realidad.

La historia de Pepe

“Pepe es homosexual y adopta a Martincito como individuo soltero (monoparental). Luego Pepe conoce a Juan y conviven juntos. Por desgracia muere Juan y, por no poder "casarse" con Pepe, no puede dejarle la herencia a Martincito”. Esta es la historia que un activista gay nos contó en un reportaje televisivo para convencernos de que es necesario legalizar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.

El argumento es falso (7), ya que si Pepe adoptó a Martincito, su cónyuge -sea mujer o varón, siguiendo el ejemplo-, no lo adoptó y, por lo tanto, no es su hijo y, por lo tanto, no va a heredar nada del cónyuge. O sea que el argumento es absolutamente falso, ya que en caso que Pepe se case con una mujer y muere esa mujer, el chico tampoco heredará nada de ella...

Ahora bien, si Juan quiere dejarle bienes a Martincito, tendrá que instituirlo heredero en un testamento. Si no tiene herederos forzosos -cónyuge, hijos o padres-, Martincito heredará todo. Si tiene herederos forzosos, sólo podría dejarle en herencia lo que exceda de la legítima de los herederos forzosos.

Distinto es el caso de Pepe, quien al adoptar a Martincito como hijo, éste lo hereda igual que cualquier hijo a su padre.

No conocemos fehacientemente cual es el resultado de un niño adoptado en estas condiciones. Por otro lado, hay que distinguir dos realidades distintas: una cosa es que a Pepe el Derecho le permita adoptar un niño por su condición de ser humano soltero, y otra cosa es que el Derecho le otorgue esta posibilidad a una pareja de homosexuales. En ambos casos, el niño se encuentra ante dos esquemas parentales completamente distintos. Una persona homosexual soltera no influye del mismo modo que una pareja gay. 

El hecho de que Pepe sea homosexual y pueda adoptar no justifica que haya que legalizar el matrimonio entre homosexuales. Tampoco significa que ese hecho sea bueno y deba ser legalizado. Que una persona pueda hacer algo no es sinónimo de que sea ético o que deba convertirse en ley. Existen innumerables acciones practicadas por muchas personas que corrompen la ética y las buenas costumbres y hasta rozan con el límite de la legalidad, y no por ello deben convertirse en ley.

Recuérdese que no todo lo legal es bueno. Hay muchas leyes injustas. 

No se asemejan a otras minorías

Los homosexuales no cumplen con los tres criterios que caracterizan a los grupos minoritarios a quienes se les ha otorgado protección legal especial. Estos criterios son:

- Privación económica
Como grupo, los homosexuales son uno de los mejor posicionados económicamente. 

- Debilidad política
Se conocen decenas de homosexuales que ocupan cargos políticos de elevado nivel.

- Características inmodificables
Los grupos minoritarios comparten características inmutables, no conductuales, como son la raza, la discapacidad o el origen nativo. Los homosexuales son el primer grupo en reclamar el status de minoría debido a su comportamiento. No existe ningún estudio científico que demuestre que la homosexualidad es un fenómeno biológico, como lo hemos mencionado antes. Más que una minoría, los homosexuales estarían mejor ubicados dentro de un grupo de interés especial, por lo cual no es justo que se les otorguen derechos específicos como a las minorías reales.
Tampoco es equiparable la situación de discriminación y estigmatización que sufren los homosexuales como la que han sufrido otros grupos sociales. Para ser más claros, citemos el ejemplo de los individuos de piel negra de los Estados Unidos, que sí cumplen con los tres criterios enunciados anteriormente y que no podían siquiera trabajar dignamente y ganar un salario digno. Eran esclavos de los blancos. Mucho menos tenían derecho a votar y a participar activamente en la sociedad.

Discriminaciones justas e injustas

Cabe aclarar que, simplemente, hay discriminaciones justas e injustas. Un niño de seis años, no se puede casar, no puede conducir un automóvil ni ser admitido en la Universidad. Un inglés no puede votar en las elecciones argentinas, a menos que esté nacionalizado. Y nada de ello constituye una discriminación injusta: son discriminaciones justas, pues justicia no es ‘dar a todos por igual’, sino ‘dar a cada uno lo suyo’. De lo que se deduce que no es lo mismo trato igualitario que trato justo. 
La vieja balanza de la justicia se desequilibra cada vez que se pretende ‘agregar’ a los derechos inherentes a la naturaleza humana, ‘derechos’ inventados, meramente positivos y sin fundamento en la realidad.

Tres grupos distintos de homosexuales

Finalmente, existe una profunda división tripartita en la comunidad gay. La primera es la de aquellas personas que sienten atracciones hacia personas del mismo sexo pero rechazan esa orientación y sufren por ello. Este grupo es el más discriminado y ridiculizado por gran parte de la prensa y hasta ignorados por el INADI.

En segundo lugar, existe otro grupo de homosexuales que han decidido vivir un estilo de vida homosexual y lo hacen sin considerar que ello les confiere privilegios (Sra. Rito, cofundadora de la C.H.A y Carlos Perciavale).

En último lugar tenemos el tercer y último grupo, ínfimo, de homosexuales. Éste es el activista gay y es el que hace de su elección sexual una bandería política.

Nótese la palabra ínfimo. Esto es así ya que siendo de antemano un grupo social que ronda como media el 2% de la población mundial(8), sólo una pequeña parte de este 2% pertenece al tercer grupo de homosexuales activistas.

Cuando los políticos en su discurso admiten que la legalización de las uniones homosexuales tiene como fin la inclusión de este grupo social en democracia, estarán entonces refiriéndose a esta tercera ínfima subdivisión.

El político que se declara a favor de la legalización de las uniones homosexuales debería reformular su discurso, ya que no está hablando en representación de todos los homosexuales.

No hace falta ser muy avezado para darse cuenta de esta realidad. Examínese por un momento cuáles son los gestores principales del reclamo por el matrimonio homosexual y se verá que siempre son las mismas caras.

Conclusión

Debatir seriamente exige que los señores senadores tomen una cuota de su tiempo en analizar de modo racional todos los argumentos, tantos los favorables como los contrarios al proyecto de ley en cuestión. Pretender defender ideas por medio de ideologías, desde la subjetividad o hasta incluso desde figuras del medio del espectáculo resulta poco serio, si consideramos que éste es un tema que afecta a los niños. Pero además es necesario erradicar la intromisión forzosa de figuras que no fueron votadas por el régimen democrático para representar al pueblo y que incluso repiten forzosamente sus discursos en todas las audiencias del interior del país. También es necesario que el propio Instituto público Nacional Contra la Discriminación no utilice de modo impreciso y abusivo el término discriminación e implemente políticas antidiscriminatorias para los miles de argentinos que somos estigmatizados por oponernos en democracia al presente proyecto de ley.

No permitir el matrimonio entre dos personas de igual sexo no resulta ser homofóbico, ni discriminatorio, ni retrógrado, ni implica violar derechos humanos. Los argumentos esgrimidos a favor tienen una base completamente subjetiva y poco racional. Para ello se utilizan frases y palabras sensibilizantes y confusas que engañan al político y al público común, y se contradicen con la lógica y el sentido común.

Referencias

(1) Comparecencia de expertos en el Senado español en relación a la adopción de menores por parejas de homosexuales. Dr. Aquilino Polaino Lorente. Catedrático de psicopatología. Universidad Complutense de Madrid. 20 de junio de 2005, Comisión de justicia.

(2) BOSCHI, Silvana, “Unión civil: una tendencia que crece”, Diario Clarin, 24/11/2007.

(3) Véase el portal www.forumlibertas.com “El matrimonio gay en EEUU, vapuleado en 7 de 8 referendos” y “Las uniones civiles se atascan en Hawaii”.

(4) NAMBLA Replies to ILGA Secretariat (Revised) 28 Jan 1994. 

(5) Pro-Homosexual Researchers Conceal Findings: Children Raised by Openly Homosexual Parents More Likely to Engage in Homosexuality By Trayce Hansen, Ph.D. 

(6) Legalizing Same-Sex Marriage Will Increase Prevalence of Homosexuality:Research Provides Significant Evidence By Trayce Hansen, Ph.D.

(7) Agracedemos el asesoramiento de los juristas Jorge Scala y Nicolás Laferriere. 

(8) Véanse varios estudios: a- Paul Cameron y Kirk Cameron, b-Debate points: Homosexuality in world History, c- Colorado for Family Values, Colorado Springs, Vol. 27, 1995. d- King et al. 1988. e- Melbye, 1992. Sundet et al, 1988.

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