15/3/18

15 DE MARZO: PASO A LA INMORTALIDAD DEL P. LEONARDO CASTELLANI, “PROFETA DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS”




“...la antigua liturgia era la cortesía del alma: la manera de dirigirse a Dios con el debido protocolo. Hoy todo eso ha quedado a cargo de los peluqueros del Postconcilio, maestros de ceremonias del más abjecto guarangaje” (L. Castellani, Jauja Nª36, p. 41)
Nació en Reconquista, Provincia de Santa Fe, el 16 de Noviembre de 1899, hijo mayor de Luis Héctor Castellani (periodista y dirigente del radicalismo local) y de Catalina Contepomi. Su primera formación transcurrió en esa provincia, en el Colegio de la Inmaculada, y más tarde en Córdoba, donde ingresó al noviciado jesuita en 1918. Prosiguió después sus estudios en Santa Fe y en Buenos Aires, en el Colegio del Salvador, donde además comenzó su intensa labor docente (castellano, Literatura, Historia e Italiano), y simultáneamente en el Seminario de Villa Devoto. En esta época escribió las fábulas que integrarían su primer libro: Camperas: Bichos y personas, el cual fue encomiado por Hugo Wast, seudónimo literario de Gustavo Martínez Zuviría. En 1929 viajó a Roma a proseguir su formación. En aquella ciudad, fue ordenado sacerdote en 1930 en la iglesia de San Ignacio de Loyola en Campo Marzio por el cardenal Francesco Marchetti-Selvaggiani, entonces Vicario General de Roma. Estudió Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma (pero, contrariamente a sus afirmaciones, no llegó a presentar la tesis de Doctorado), y luego estudió psicología en la Sorbona. Entre sus maestros e influencias se contaron Joseph Maréchal, Marcel Jousse, Georges Dumas, Louis Billot, entre otros. También conoció personalmente a Jacques Maritain y Paul Claudel. Asimismo, viajó por Inglaterra, Austria, Alemania y el norte de Italia, donde se interesó por la educación y la psicología. En 1935 volvió a la Argentina y retomó su actividad como docente, escritor y periodista. En estos años escribió artículos en varias publicaciones (religiosas como Estudios y Criterio, de interés general como los diarios La Nación, La Prensa y otros del interior, en todos ellos con el nombre Jerónimo del Rey, o políticos como Cabildo y, su continuación, Tribuna, donde utilizó el seudónimo Militis Militorum). La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires publicó su ensayo sobre San Agustín y Descartes, y la de Medicina de la Universidad de La Plata, uno sobre psicología cartesiana. Devino rápidamente un referente del catolicismo de orientación anti-liberal y cultivó amistades en esos ámbitos: Ernesto Palacio, Ramón Doll, Lautaro Durañona y Vedia, Alberto Graffigna. En las elecciones de 1946, a pedido de sus amigos y sin permiso de sus superiores jesuitas, fue candidato a diputado por la Alianza Libertadora Nacionalista - sin embargo años más tarde afirmó: «Yo no soy nacionalista, porque no he querido meterme en política nunca. No la he entendido tampoco.». Por éstos y otros motivos, como las llamadas Cartas Provinciales, la relación con su orden se tornó muy conflictiva siendo amonestado por el Padre Provincial Tomás Travi. A fines de 1946 viajó por propia iniciativa a Roma para explicarse con el Padre General de la Compañía de Jesús, Jean-Baptiste Janssens, pero fue mal recibido e intimado a recluirse en un hospicio en Manresa (España). Estuvo allí dos años, hasta que se fugó rumbo a la Argentina. A poco de llegar, el 18 de octubre de 1949, fue formalmente expulsado como jesuita y suspendido a divinis en su ministerio sacerdotal. Todo este episodio resultó extremadamente traumático para Castellani, e influyó mucho en su pensamiento y obra posterior. En 1950 fue acogido por el obispo de Salta, Mons. Roberto José Tavella, donde vivió hasta 1952. En aquellos años retoma la amistad con el escritor santafesino Horacio Caillet-Bois. En 1953 se instaló en Buenos Aires, en un departamento de Constitución donde vivió hasta su muerte, gracias a dinero facilitado por sus amigos Enrique von Grolman y Florencio Gamallo. Durante la segunda mitad de la década del 50 colabora con el semanario Rebeldía, dirigido por Hernán Benítez, sacerdote peronista, la publicación fue varias veces censurada por el régimen dictatorial de Pedro Eugenio Aramburu y finalmente clausurada, lo que le valió una fuerte persecución. Finalmente tras varias presiones marcharía a España en 1956. En 1961, el párroco de Santa Elisa, Héctor Herráez le permite decir misa allí y, luego, en la parroquia del Tránsito de la Santísima Virgen cuando éste es trasladado. En 1962 y 1963, Ediciones Paulinas publicará libros suyos. Finalmente, en 1966 se le restituyó el ministerio sacerdotal en pleno, sin condiciones, reservas o retractaciones. En 1971, el Padre Provincial jesuita Ricardo O'Farrel ofreció la reintegración de Castellani a la Compañía de Jesús, aunque declinó en razón del estado de su salud y la edad. En estos años no cesó de escribir, principalmente libros de temática religiosa, pero también poesía, novelas, cuentos policiales y ensayos varios. También redactó artículos periodísticos en publicaciones como Mayoría, Dinámica Social, Azul y Blanco, Verbo, etc., y dictó numerosos cursos y conferencias, en lugares tan disímiles como la Universidad Nacional de Tucumán, el Teatro del Pueblo o la Librería Huemul. En 1967 fundó la revista Jauja y la dirigió durante sus tres años de existencia. Falleció el 15 de marzo de 1981 en la Ciudad de Buenos Aires.
Para ver sus Obras Completas, clic aquí.
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Fuentes: Que No Te La Cuenten / Wikipedia

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